La población de mujeres en Asturias está más envejecida (ver capítulo sobre Población) y con una expectativa de vida con mala salud mayor que los hombres, sobre todo por la mayor prevalencia de enfermedades crónicas (ver capítulo sobre Salud). Por otro lado, la brecha salarial que se genera a lo largo de la vida laboral (ver capítulo sobre Salarios e Ingresos), se amplifica una vez concluida ésta por la diferencia en las cuantías de las pensiones contributivas; el acceso a recursos económicos, por tanto, es más difícil en términos generales para las mujeres. También hay más mujeres que viven solas y más familias monomarentales (ver capítulo Población).

En este contexto, es claro que se hace doblemente necesario para las mujeres el sistema de apoyo a las situaciones específicas de necesidad y de promoción del bienestar: porque son más las mujeres que necesitan ayudas y /o acompañamientos en determinadas etapas de su vida (por sufrir situaciones de discapacidad o dependencia), y porque en mayor medida son ellas las que cargan con los cuidados asociados a las situaciones de dependencia (a costa de su propia realización personal, y comprometiendo su capacidad de generar ingresos económicos). En este sentido, la corresponsabilidad en los cuidados es un elemento fundamental para que el principio de igualdad se haga efectivo, e interpela no sólo a los hombres dentro de los hogares, sino también a los agentes sociales, a las empresas y a los poderes públicos.