Esperanza de vida y esperanza de vida en buena salud
Esperanza de vida y esperanza de vida en buena salud
En 2020 la esperanza de vida al nacimiento de las mujeres en Asturias fue de 84,98 años (prácticamente 85) y la de los hombres 79,12 años; es decir, en promedio, las mujeres nacidas en Asturias en 2020 vivirán 5,9 años más que los hombres (3). Si ampliamos el periodo de comparación, desde 1975 la ganancia en esperanza de vida de las mujeres fue de 8,3 años y la de los hombres de 9,4 (Gráfico 6.1). Sin embargo, en relación con el año anterior (2019), ambos sexos han retrocedido en esperanza de vida: las mujeres han perdido casi 8 meses (0,65 años) y los hombres casi 9 (0,73 años). Ésta es la mayor caída interanual en esperanza de vida ocurrida desde 1975; el aumento de la mortalidad en 2020, provocado por la pandemia de la Covid-19, es la causa de este retroceso.
La diferencia en años de esperanza de vida al nacimiento a favor de la mujer creció en Asturias desde 1975 hasta 1990, año en el que alcanzó su máximo, con 8,6 años. A partir de esa década la diferencia a favor de la mujer se fue reduciendo: mientras que en los últimos 20 años las asturianas ganaron 2,4 años de esperanza de vida, los hombres ganaron 4,1, de forma que la brecha de género en 2020 fue 5,9 (Gráfico 6.2).
La esperanza de vida no necesariamente va unida a calidad de vida; por este motivo es interesante también conocer los años de vida en buena salud[1], considerada ésta como la vida en ausencia de limitaciones funcionales o de discapacidades (Gráfico 6.3)

En 2017 la esperanza de vida en buena salud era menor para las mujeres: 60,7 años vs. 62,4; es decir, en promedio, las asturianas tienen 1,7 años menos de vida que los varones sin limitaciones funcionales o discapacidad (3). En base a estas edades podríamos calcular una aproximación[2] para estimar una expectativa de vida en mala salud de 24,2 años, frente a los 16,4 de los hombres. Es decir, en Asturias las mujeres vivirían 5,9 años más que los hombres, pero con una expectativa 7,5 años más de vida con limitaciones o discapacidad.
En cuanto a la evolución de la esperanza de vida en buena salud, los datos disponibles, que provienen de la Encuesta de Salud de Asturias, tienen periodicidad irregular, con intervalos de 4 ó 5 años. A expensas de una nueva edición de la Encuesta, se pueden comparar los datos 2017 con los de 2012.
Respecto a 2012, anterior año en que se realizó la Encuesta de Salud para Asturias, las mujeres ganaron 0,8 años de esperanza de vida, mientras que los hombres algo más de un año. Ambos sexos perdieron años de buena salud, pero más las mujeres: 5 años frente a los 2,2 de los hombres. Como resultado, la expectativa de mala salud de las mujeres creció en 5,9 años, frente a los 3,8 de los varones. Dicho de otro modo, en 2012 se esperaba que un hombre viviría el 82,6% de su vida sin limitaciones ni discapacidad, y una mujer el 77,6%; en 2017 esta proporción disminuyó para ambos sexos: los hombres pasarían el 78,6% de sus años de vida en buena salud, y las mujeres el 71%.
En 2012, las mujeres tenían una esperanza de vida en ausencia de limitaciones y discapacidades un año mayor que la de los hombres; en 2017 se había invertido este orden, teniendo los asturianos una esperanza de vida en buena salud 1,7 años superior a la de las asturianas.
[1] Se define como el promedio de número de años esperados que vive una persona en ausencia de limitaciones funcionales o de discapacidad. En Asturias se calcula en base a la información obtenida en la Encuesta de Salud, por lo que los de este indicador se ofrecen para los años en que se realiza esta encuesta.
[2] Debe tenerse en cuenta que el dato de esperanza de vida al nacimiento se refiere a 2020, mientras que el de esperanza de vida en buena salud se refiere al año 2017. Es probable que si se hiciera una nueva encuesta de salud en Asturias actualmente, tras el impacto de la covid, los años de vida en buena salud disminuyan para ambos sexos, no sólo por el impacto de la covid persistente, sino por los problemas de acceso al sistema sanitario durante las olas pandémicas, que podrían haber dificultado los tratamientos de las personas con una enfermedad crónica y el retraso en el diagnóstico de algunas enfermedades.